lunes, 14 de mayo de 2012

La Bella Durmiente.

En el palacio del rey Esteban, nació una día una princesa a la que llamaron Aurora.¡Qué alegría en el reino! Todos fueron invitados a su bautizo: los reyes vecinos, los grandes señores, también los mercaderes, los barberos, los villanos, ¡y hasta los humildes labradores! Pero las personalidades más esperadas fueron tres hadas: Flora, Fauna y Primavera. Cada una llevó su regalo. Flora ofreció a Aurora la belleza, Fauna una hermosa voz para cantar, y Primavera...¡Iba a levantar su varita, cuando una bruja surgió de los infiernos!





-¡Me llamo Maléfica!-gritó ella-.¡Ya que nadie me ha invitado, he decidido vengarme!¡Aurora, el día que cumplas dieciséis años, te pincharás con el huso de una rueca y morirás!
En cuanto hubo desaparecido, Primavera suspiró:
-Por todo regalo, pobre princesa, recibe de mí esta promesa: en vez de morir, dormirás...¡Pero, de ese sueño, sólo un beso de amor te despertará!
Para mayor seguridad, sin embargo, las tres hadas buenas decidieron alejar a la princesa del palacio.
-La volveremos a traer cuando haya cumplido los dieciséis años-prometieron a sus padres-. Mientras vivirá en los bosques, sin saber que es hija de un rey. Nosotras seremos sus tías.¡Y hop!, ¡en tres golpes de varita, las tres hadas se transformaron en campesinas!
En la casa del bosque, Aurora crecía feliz. Ignoraba que venía de un palacio y sólo sabía que sus tías la amaban. Cada año era más bella. Con el tiempo, se convirtió en una hermosísima muchacha.
Un día, fue a pasear por el bosque. Mientras cogía moras, preguntaba:






-Dime, amiga ardilla, ¿cuándo me enamoraré? Y tú, jilguero, dime, ¿cuándo amaré?
-¡Desde hoy, si quieres!-contestó una voz detrás de ella.
Aurora se volvió y descubrió, maravillada, al joven más encantador que ella podía soñar.
-Lo siento-dijo ella aturdida-, tengo que irme...¡Hasta mañana, aquí mismo!
Desgraciadamente, al día siguiente cumplía dieciséis años. Sus tías le dijeron la verdad:
-Somos tres hadas y tú una princesa. La reina y el rey, tus padres, te esperan con impaciencia. Y se pusieron en camino. Aurora, mientras apretaba el paso, pensaba en la cita a la que no acudiría.
En el palacio, para celebrar su vuelta, el rey Esteban, su padre, y su amigo, el rey Hugo, levantaban sus copas y brindaban.
¡Pero cuando llegó Aurora, la terrible Maléfica la esperaba!
-¿Qué es este objeto?-preguntó ingenua, señalando el huso.
-Una rueca, bella princesa-contestó la malvada bruja-tócala sin miedo.





Aurora se pinchó en la mano y cayó al instante, sumida en un profundo sueño.
Entretanto, en los bosques, su enamorado se impacientaba:
-¿Por qué no viene?
A su pregunta, ocho monstruos contestaron abalanzándose sobre él.¡En un santiamén fue amordazado, atado, raptado!
¿Donde le llevaron?¡A un oscuro calabozo a las puertas del Infierno! Se creía perdido, cuando, de repente...
-¡Cucú! Somos las hadas y venimos a liberarte.¡Fue Maléfica la que te hizo prisionero!¡Y con un golpe de varita, apareció una espada; con otro golpe, un escudo!
En seguida estuvo libre, montando su brioso corcel. Pero, ¡ay!, apenas habia avanzado unos metros, cuando se irguió frente a él.
-¡Piensa en tu amada!-le animaron las tres hadas.
Entonces, el amor llenó tanto su corazón, que ahuyentó el miedo y a fuerza de valor salió ¡vencedor!
-¡Y ahora, síguenos!-dijeron las hadas muy alegres-¡pues ignoras quién es tu amada!
-¡La hija del rey Esteban!-exclamó él al ver el palacio.Y corrió a su lecho.



Entonces, como había pronosticado Primavera, en cuanto él la besó, Aurora se incorporó en su cama.
-¿Cuál es tu nombre?-preguntó ella al reconocerle.
-Soy el príncipe Felipe, el hijo del rey Hugo. Tres días después, los felices enamorados se casaron.





















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