lunes, 7 de mayo de 2012

Caperucita Roja


En cierto pueblo, cercano a un tupido bosque, vivía una bellísima niña, tan linda que parecía un angelito. Su madre estaba tan contenta con los encantos de su hija, que casi vivía loca de felicidad. Pero más contenta aún se mostraba su abuelita, que no hallaba la manera de demostrarle cuanto la quería. La tenia abrumada de regalos y fue precisamente su abuelita la que le hizo un hermoso sombrerito en forma de caperuza, de color rojo Desde entonces la llamaron Caperucita Roja.


Cierto dia, al llegar a casa Caperucita Roja, después de haber jugado con sus amiguitas, vio sobre la mesa unos sabrosos pasteles y, creyendo que eran para ella, preguntó a su madre si podía comerlos. La madre le contó que era para su abuelita que estaba enferma y que se los tenia que llevar. Caperucita metió en una cesta todo lo que su mamá le había dicho, le dio un beso y salió rumbo a la casa de la abuelita, que quedaba al otro lado del bosque.
Avanzaba Caperucita Roja cantando de alegría cuando, al atravesar el bosque, se encontró con el señor Lobo, que estaba más hambriento que nunca. La pequeña era un exquisito bocado para sus afilados dientes. Mas, cuando abría ya su fea boca, divisó muy cerca de allí unos leñadores. Se escondió donde pudo y empezó a hablar con la niña con voz fingida. El señor Lobo se interesa por la abuelita y decide acompañarla pero cada uno por un camino diferente para ver quien llega antes.





El señor Lobo partió a todo correr, El muy listo había dejado a Caperucita el camino mas largo  para llegar antes que ella y esperarla. El señor Lobo necesitó poco tiempo para llegar a la casa en que vivía la abuelita de Caperucita Roja. Tocó la puerta y desde dentro la abuelita pregunto quien era y el señor Lobo mintió diciendo que era Caperucita Roja. La anciana creyendo que era su nieta le dio permiso para que entrara. Así lo hizo el malvado y apenas entro echóse sobre la viejecita y se la comió de un bocado.
Poco después llegaba Caperucita Roja y al hallar cerrada la puerta la golpeó suavemente.



-¿Quién llama?-contestó con voz ronca el señor Lobo.
La niña se asusto al escuchar esa voz tan fea, pero se imaginó que su abuelita se encontraba resfriada.
-Soy Caperucita, tu nietecita, que te trae unos pasteles y un tarrito de dulce-dijo la pequeña-.¡Pero qué ronca estás!
El lobo fingió entonces la voz:
-No hagas caso, pequeña; empuja la puerta y entra.
Caperucita entró confiada, a tiempo que el horrible animal escondía la cabeza bajo las frazadas.
-¿Cómo te sientes?-dijo la pequeña, acercándose a la cama.
-Estoy muy resfriada-respondió el señor Lobo, dulcificando la voz-.Cierra bien la puerta, agregó después.
-¿Dónde pongo estas cosas que me dio mamita para ti?
-Ponlas encima de la mesa y ven a acostarte conmigo. Caperucita se acostó. Ya en la cama, exclamó:
-¡Qué grandes tienes los brazos hoy, abuelita!
-Es para poder abrazarte mejor-respondió el señor Lobo.
-Y qué grandes las piernas!
-Es para correr mejor, linda mía.
-Pero abuelita, ¡qué orejas tan grandes tienes!
-Son para oírte mejor, mi pequeña.
Se produjo un breve silencio. Al fin, Caperucita preguntó:
-Pero, abuelita, ¿y esos enormes dientes que tienes?
-¡Son para comerte mejor!
Y el feroz animal se arrojó sobre la niña para devorarla. Pero Caperucita profirió fuertes gritos que llegaron hasta unos leñadores. Éstos, al escuchar a la niña, corrieron presto a la casita y mataron al terrible lobo. Desde ese día la linda Caperucita contaba a sus amiguitos lo que le había sucedido y les aconsejaba con cuanto cuidado deben escoger a sus amistades, pues las malas compañías y los malos amigos suelen dar desagradables sorpresas como la del malvado lobo.

El autor de este cuento fue Charles Perrault que fue el primero que recogió esta historia y la incluyó en un volumen de cuentos (1697). En 1812, los hermanos Grimm, dieron otra vuelta de tuerca a la historia. Retomaron el cuento, y escribieron una nueva versión, que fue la que hizo que Caperucita fuera conocida casi universalmente, y que, aún hoy en día, es la más leída.


Charles Perrault.

Los Hermanos Grimm.










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