ALADDÍN |
En los jardines de palacio y ajena a los sentimientos de Aladdín, la princesa Jazmín discutía con su padre el Sultán.
-¡No, padre, no puedo aceptar por esposo a tu visir Yafar! Yo sólo me casaré por amor, y a Yafar no lo amo. Además, ese hombre no me inspira ninguna confianza.
Jazmín no se equivocaba; Yafar era perverso y ambicioso. Deseaba casarse con Jazmín para convertirse después en el hombre más poderoso del reino.
Gracias a sus artes mágicas ya había logrado dominar la voluntad del Sultán, y ahora pretendía que alguien fuera su instrumento para conseguir el objetivo final.
La magia de su laboratorio reveló la imagen del <<elegido>>. ¡Era nada menos que nuestro amigo Aladdín!
Disfrazado de mendigo y prometiendole grandes riquezas, Yafar consiguió convencer a Aladdín para que le acompañara al desierto. Allí, pronunció unas misteriosas palabras magicas y las arenas se abrieron, dejando al descubierto la entrada de una impresionante cueva en forma de cabeza de tigre.
-¡Entra en la cueva y tráe
me una lampara que encontrarás en su interior! ¡Deprisa!
Aladdín obedeció las órdenes del malvado visir y, al poco tiempo, apareció con el preciado objeto.
-¡La lámpara, dame la lámpara!-gritó Yafar arrancándosela de las manos.
-¿Y mi recompensa, anciano?-preguntó Aladdín.
-¡Ja, ja, ja! ¡Pudrirte de por vida en el vientre del tigre, rata asquerosa!
Y Yafar empujó al bueno de Aladdín..., pero, mientras lo hacia, la lámpara se le escapó de entre las manos.
¡Pobre Aladdín! ¡Pobre Abú! Allí estaban, en el fondo de la cueva, sin mas compañía que una triste lámpara, que Aladdín se puso a limpiar para entretenerse.
De repente, la lámpara empezó a brillar. Después, de su interior salió una gran nube de humo, y el humo se convirtió en un gigantesco genio.
-¡Soy tu esclavo!-rugió el Genio-.Pídeme tres deseos y te los concederé.
-Pues..., para empezar, ¡sácame de aquí convertido en un hombre rico y poderoso!-pidió Aladdín entusiasmado.
Y, dicho y hecho, Aladdín se vio convertido en un magnifico príncipe, dispuesto a pedir la mano de la princesa Jazmín e impresionar a todo el reino con su lujo y sus riquezas.
Mas no fue la riqueza del falso príncipe lo que conquistó a Jazmín, sino el buen corazón y la sencillez que la princesa descubrió en el joven.
Los dos enamorados sobrevolaron la ciudad en una alfombra mágica, haciendo planes para su futura boda.
Pero Yafar no podía consentir ese matrimonio, y menos aún lo que ya había averiguado: que el príncipe enamorado era Aladdín y que éste tenia en su poder la lámpara y al Genio.
El perverso visir secuestró a la princesa, mandó encerrar a Aladdín y se hizo dueño y señor del Genio de la lámpara. Yafar sabía que aquel genio le concedería tres deseos. Sus dos primeras peticiones fueron convertirse en sultán y en el hechicero más poderoso de la tierra.
-Puedes pedirme aún un tercer deseo-le dijo el Genio con desgana.
Pero, en el momento en que Yafar iba a abrir la boca, apareció el valiente Aladdín, que habia conseguido escapar de su prision y estaba dispuesto a lo que fuera para rescatar a su amada Jazmín. Yafar, indignado, le hizo frente.
-¡Puedo tener un poder aún mayor y destruirte por completo! ¡Genio, conviérteme en genio! Va a saber este mequetrefe lo que soy capaz de hacer ahora.
Pero lo que Yafar no sabia era que Aladdín podia pedir dos deseos más.
-¡Que el genio Yafar quede prisionero en esta lámpara para siempre!
Y Yafar desaparecio en el interior de la lámpara, que le absorbía sin piedad.
Ya imaginaréis cómo termina esta historia, queridos amigos. Sí, en efecto, Aladdín y Jazmín se casaron u fueron muy felices, pero...¿sabéis cuál fue el tercer deseo que pidió Aladdín? Pues la libertad de aquel buen genio azul que habia hecho posible que sus sueños se convirtieran en realidad. Ahora, el buen genio vive feliz en algún lugar de este mundo, así que debéis estar atentos, porque, algún dia, puede cruzarse en vuestro camino...
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