lunes, 11 de junio de 2012

EL PRÍNCIPE Y EL MENDIGO



WALT DISNEY




En aquella época, Londres era todavía un pueblo grande. Un buen rey gobernaba Inglaterra, pero cayó enfermo, y Pedro, el malvado capitán de la guardia, cogió las riendas del poder...
Como todos los días, Mickey y Goofy intentan vender leña y helados de nieve para ganar algun dinerillo, pero nadie se los compra.
De repente, la carroza real pasa por delante de ellos, ¡salpicándoles de arriba abajo! Pluto corre tras ella hasta el palacio, y Mickey le persigue.
El centinela deja pasar a Mickey haciéndole una reverencia... y el capitán le grita:
-¿El príncipe?¡Qué estupidez!¡El príncipe está arriba, estudiando!
En la sala de estudio real, el príncipe se aburre en la clase de Horace, cuando oye un ladrido y se acerca a la ventana: el capitán Pedro está sacudiendo a un muchacho.
-¡ Capitán!¿Cuál es la causa de tanto jaleo?
-¡Nada, alteza!-dice Pedro soltando a Mickey.
-Debería saber que cualquier súbdito del reino merece respeto. Discúlpese y haga subir a ese chico.
El príncipe y Mickey se echan a reír al verse:¡es como si estuvieran ante un espejo!
-¡Sois exactamente!...-dice Mickey.
-¡Mi gemelo!-concluye el príncipe.
-¡Menudo encuentro! Se me ocurre una idea:¡cambiemos nuestros trajes y nuestros papeles!
-Pero...¡jamás sabré hacer de príncipe!-balbucea Mickey.
-¡Pero si es muy fácil!-asegura el príncipe marchándose a toda velocidad.
¡Ay! En el patio, en capitán le reprocha la reprimenda que le ha echado el príncipe. Este declara que él es el príncipe, pero Pedro le pone en una catapulta...¡y le lanza! Aterriza en la nieve, aturdido. Pluto corre hacia él y empieza a lamerle, pero inmediatamente se da cuenta de que no es su Mickey.
-¡Mickey!¿Dónde estabas?-exclama Goofy.
-¿Mickey?-dice el príncipe sorprendido.
-¿Quién va a ser?¡Tú!-responde Goofy extrañado.
-¡Ah, sí, claro!¿Y usted como se llama?
-Pero,¿qué te pasa?¡Soy Goofy!
-Goofy, sí- repite el príncipe escapando.
En la sala de estudio real, Mickey está distraído y bosteza. Está demasiado hambriento para seguir la clase de Horace.
De repente entra Donald, empujando el carrito del almuerzo y Mickey recupera todas sus energías y se precipita hacia él.
Pero no hay manera de meter un dedo en la salsa:
-Calma, alteza.¡Yo tengo que probarlo primero! Y Donald mastica lentamente, concienzudamente, burlonamente mientras Mickey se desespera.
- Entonces,¿es comestible?-pregunta lleno de esperanza.
Pero como Donald no responde, demasiado ocupado en zampar, ya no aguanta más:¡roba un muslo!
Mientras Mickey es enviado al sastre de palacio para hacerse el guardarropa de primavera, el príncipe vaga por las calles. Juega con un perrito a atrapar un hueso, pero éste prefiere jugar a atrapar al príncipe.
Mickey descubre que cuando se mezcla demasiado de esto con lo bastante de aquello, se obtiene una explosión impresionante,¡qué retumba hasta en el cerebro!
En lo que se refiere al príncipe, hay ahora una docena de perros participando en el juego de atrapar al príncipe.
Cuando se libra de los perros, el príncipe ve avanzar un carro lleno de comestibles.
-¡Apartaos, villanos!-grita un soldado-.¡Dejad paso al intendente del rey!
-¡Apártate tú, bribón, y distribuye este pan entre la gente!-interviene el príncipe trepando al carro. Y muestra se sello real para hacerse reconocer. El jefe de las comadrejas corre a informar a Pedro, quien le aconseja que le lleve urgentemente al verdadero príncipe.
Mientras tanto, en el palacio, Horace acaba de decir a Mickey que el rey se muere y quiere verle inmediatamente. No se trata de ninguna broma. Mickey decide hablar, pero el rey no le deja hacerlo:
-Acércate, hijo mío-susurra débilmente-; prométeme que gobernarás con equidad.
-Os lo prometo, majestad-responde Mickey.
Pero al salir del aposento real, se choca con Pedro:
-Príncipe de imitación, a partir de ahora me vas a obedecer, si no...
En casa de Goofy, el príncipe ha oído como las campanas tocan a muerto.
-¡Tengo que volver a palacio!-dice a su amigo. Pero en ese momento aparece Pedro:
-Sí, príncipe, vuelves a palacio,¡encadenado!
Sus guardias lanzan una lluvia de venablos que clavan al príncipe en el suelo. Luego, el capitán le conduce discretamente a palacio y lo encierra. Más tarde, aparece Donald en el calabozo del príncipe.
Los planes del capitán Pedro están muy claros: quiere que Mickey, el mendigo, sea coronado rey y, así, obligarle a hacer su voluntad; para ellos ha capturado a Pluto.
El día de la coronación, Mickey teme por su perrito pero, lleno de valor, exclama:¡PRENDED AL CAPITÁN PEDRO, ES UN TRAIDOR!
-¡Este tunante es un impostor!-replica el capitán.
-¡Pero yo no lo soy!-clama una voz desde lo alto.
Pedro mira hacia arriba:¡el príncipe está en la galería, y libre! Se lanza a una lámpara de araña y aterriza delante de Pedro, que se agacha, coge la alfombra y la levanta, ¡proyectando al príncipe a los aires! Goofy y Donald también saltan, pero la mano de Goofy resbala. El príncipe y el capitán se baten furiosamente, sus espadas lanzan tajos y estocadas.¡Por fin el príncipe desarma al capitán!
Mickey y el príncipe se abrazan mientras todos les aclaman.
-¡Es maravilloso volver a encontrarse!
Y por fin la coronación se celebra con normalidad. A partir de ahora el rey  tendrá mucho que hacer, pero sus amigos estarán a su lado para ayudarle y distraerle.









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