martes, 29 de mayo de 2012

POCAHONTAS





Una hermosa mañana, la princesa Pocahontas jugaba con sus amigos, el mapache Miko y Flit, el colibrí. De pronto, observó que una extraña nave se acercaba a la costa, muy cerca de su poblado.
Desde una roca, Pocahontas pudo contemplar cómo muchos hombres blancos bajaban de aquel barco. Iban cargados de palas y picos. Aquellos hombres buscaban oro, y parecían dispuestos a destruir todo a su paso con tal de conseguirlo.
Pohatan, el padre de Pocahontas, y los otros guerreros de la tribu sabían ya de la llegada del hombre blanco. Estaban muy preocupados porque sus tierras no estaban siendo respetadas, y los colonos se comportaban como verdaderos enemigos.
Pero un día, Pocahontas se encontró con uno de aquellos hombres blancos. El joven se llamaba John Smith. Sus miradas se cruzaron y, desde el primer momento el amor surgió entre ellos.
Pocahontas y John se sentían muy felices cuando estaban juntos. Ella quería enseñarle todo lo que conocía de aquella tierra y que resultaba tan hermoso y diferente para John.



También la Abuela Sauce, un árbol mágico de los indios, entendió que aquel joven no era su enemigo. Pensaba que, a pesar de pertenecer a mundos muy distintos, el amor podía unir a todas las razas.
Naloma, la mejor amiga de Pocahontas, veía a John como a un blanco más y temía lo que pudiera sucederle a la joven princesa. Por este motivo decidió avisar a Kocum, que se enfrentó a John Smith.
Aquella terrible pelea tuvo graves consecuencias. Kocum murió accidentalmente, y la tribu de Pocahontas condenó a John a morir al amanecer.
Pocahontas estaba desesperada. Amaba a John Smith, pero debía ser fiel a su pueblo y a los mandatos de su padre. La Abuela Sauce le aconsejó que sólo escuchara la voz de su corazón.


Así lo hizo, e impidió que John Smith muriera justo en el momento en que los colonos se dirigían al lugar de la ejecución para liberar a su compañero.
El jefe Pohatan escuchó a su hija y perdonó la vida de John para evitar la lucha. El gobernador Ratcliffe disparó contra Pohatan y John resultó herido al intentar salvarle la vida.




 Para curarse, John debía volver a Londres con sus compañeros, y tuvo que separarse de Pocahontas. Ambos pertenecían a mundos distintos.
Así, desde lo alto del acantilado, Pocahontas contempló cómo el barco que un día lo trajera hasta ella alejaba definitivamente a John Smith de su tierra... y de su vida.















jueves, 24 de mayo de 2012

Aladdín





ALADDÍN
Hace muchos cientos de años, en las misteriosas tierras de oriente, vivía un joven llamado Aladdín, cuya única riqueza era la amistad de su monito Abú. Aladdín soñaba con abandonar la pobreza algún día y poder así ser digno de la hija del sultán, Jazmín, a la que Aladdín amaba locamente y en secreto.
En los jardines de palacio y ajena a los sentimientos de Aladdín, la princesa Jazmín discutía con su padre el Sultán.
-¡No, padre, no puedo aceptar por esposo a tu visir Yafar! Yo sólo me casaré por amor, y a Yafar no lo amo. Además, ese hombre no me inspira ninguna confianza.


Jazmín no se equivocaba; Yafar era perverso y ambicioso. Deseaba casarse con Jazmín para convertirse después en el hombre más poderoso del reino.
Gracias a sus artes mágicas ya había logrado dominar la voluntad del Sultán, y ahora pretendía que alguien fuera su instrumento para conseguir el objetivo final.
La magia de su laboratorio reveló la imagen del <<elegido>>. ¡Era nada menos que nuestro amigo Aladdín!
Disfrazado de mendigo y prometiendole grandes riquezas, Yafar consiguió convencer a Aladdín para que le acompañara al desierto. Allí, pronunció unas misteriosas palabras magicas y las arenas se abrieron, dejando al descubierto la entrada de una impresionante cueva en forma de cabeza de tigre.
-¡Entra en la cueva y tráe
 me una lampara que encontrarás en su interior! ¡Deprisa!
Aladdín obedeció las órdenes del malvado visir y, al poco tiempo, apareció con el preciado objeto.
-¡La lámpara, dame la lámpara!-gritó Yafar arrancándosela de las manos.
-¿Y mi recompensa, anciano?-preguntó Aladdín.
-¡Ja, ja, ja! ¡Pudrirte de por vida en el vientre del tigre, rata asquerosa!
Y Yafar empujó al bueno de Aladdín..., pero, mientras lo hacia, la lámpara se le escapó de entre las manos.
¡Pobre Aladdín! ¡Pobre Abú! Allí estaban, en el fondo de la cueva, sin mas compañía que una triste lámpara, que Aladdín se puso a limpiar para entretenerse.



De repente, la lámpara empezó a brillar. Después, de su interior salió una gran nube de humo, y el humo se convirtió en un gigantesco genio.
-¡Soy tu esclavo!-rugió el Genio-.Pídeme tres deseos y te los concederé.
-Pues..., para empezar, ¡sácame de aquí convertido en un hombre rico y poderoso!-pidió Aladdín entusiasmado.
Y, dicho y hecho, Aladdín se vio convertido en un magnifico príncipe, dispuesto a pedir la mano de la princesa Jazmín e impresionar a todo el reino con su lujo y sus riquezas.
Mas no fue la riqueza del falso príncipe lo que conquistó a Jazmín, sino el buen corazón y la sencillez que la princesa descubrió en el joven.


Los dos enamorados sobrevolaron la ciudad en una alfombra mágica, haciendo planes para su futura boda.
Pero Yafar no podía consentir ese matrimonio, y menos aún lo que ya había averiguado: que el príncipe enamorado era Aladdín y que éste tenia en su poder la lámpara y al Genio.
El perverso visir secuestró a la princesa, mandó encerrar a Aladdín y se hizo dueño y señor del Genio de la lámpara. Yafar sabía que aquel genio le concedería tres deseos. Sus dos primeras peticiones fueron convertirse en sultán y en el hechicero más poderoso de la tierra.
-Puedes pedirme aún un tercer deseo-le dijo el Genio con desgana.
Pero, en el momento en que Yafar iba a abrir la boca, apareció el valiente Aladdín, que habia conseguido escapar de su prision y estaba dispuesto a lo que fuera para rescatar a su amada Jazmín. Yafar, indignado, le hizo frente.
-¡Puedo tener un poder aún mayor y destruirte por completo! ¡Genio, conviérteme en genio! Va a saber este mequetrefe lo que soy capaz de hacer ahora.



Pero lo que Yafar no sabia era que Aladdín podia pedir dos deseos más.
-¡Que el genio Yafar quede prisionero en esta lámpara para siempre!
Y Yafar desaparecio en el interior de la lámpara, que le absorbía sin piedad.
Ya imaginaréis cómo termina esta historia, queridos amigos. Sí, en efecto, Aladdín y Jazmín se casaron u fueron muy felices, pero...¿sabéis cuál fue el tercer deseo que pidió Aladdín? Pues la libertad de aquel buen genio azul que habia hecho posible que sus sueños se convirtieran en realidad. Ahora, el buen genio vive feliz en algún lugar de este mundo, así que debéis estar atentos, porque, algún dia, puede cruzarse en vuestro camino...











miércoles, 23 de mayo de 2012

Mulán






MULÁN


Hace muchos años los chinos vivían en paz, gobernados por un anciano y sabio emperador. Pero ocurrió algo terrible: los hunos, mandados por Shan Yiu, cruzaron la Gran Muralla y entraron en China arrasándolo



todo a su paso. El emperador ordenó que un hombre de cada familia se incorporara al ejército. Cuando el emisario imperial llegó a casa de la familia Fa, la joven Mulán protestó: su padre no podía combatir por culpa de una antigua herida. El emisario, enfadado, la ordenó a callar. Pero Mulán no estaba de acuerdo. En su familia sólo había un hombre. <<Papá morirá en cuanto empiece la batalla>>, se dijo. Cogió la armadura y la espada de su padre, montó en su caballo Khan y se fue, decidida a incorporarse al ejército. <<Creerán que soy un hombre y salvaré a papá>>, pensó.




Los espiritus de los Ancestros se reunieron en el templo. Tenían que hacer algo por ella, enviar a alguien a protegerla, pero, ¿quién? Se ofreció Mushu, el dragoncito. Todos se echaron a reír. Consideraban a Mushu demasiado pequeño para proteger a alguien. Pero él quería conseguir el puesto de dragón guardián, y convenció a Grillo (el insecto que la abuela de Mulán creía que daba buena suerte) para ir juntos a proteger a la muchacha.
-La libraremos del peligro-dijo Mushu.
Mulán se presentó ante Shang, el capitán que preparaba a los soldados.
-¿Cómo te llamas?-preguntó.
-¿Yo? Pues...¡Ping!-contestó Mulán.
La vida en el campamento era muy dura, pero Mulán hizo amigos pronto: Ling, Yao y Chien Po. Mushu y Grillo estaban siempre con ella, y la aconsejaban.






Por fin el ejército chino se enfrentó a los hunos, que eran mucho más numerosos. ¡Iban a ganar! Pero a Mulán se le ocurrió una idea estupenda. Disparó un cañón; la bala fue a caer en la montaña cubierta de nieve y provocó un alud. Los hunos quedaron sepultados. Sólo Shan Yiu-que hirió a Mulán- y cinco de sus hombres, se salvaron.
-¡Bravo!-gritaron los soldados chinos-.
¡El soldado Ping es el más valiente!
El médico militar curó la herida de Mulán, pero contó que el héroe era, en realidad...,¡una mujer! Chi Fu, el consejero imperial, pidió a Shang que la matara. Éste se negó, pero se sentía engañado y traicionado, y se alejó enfadado, dejando a Mulán sola y triste.
Días después, Mulán se enteró de que Shan Yiu y sus hombres se dirigían a la Ciudad Imperial. Corrió a la ciudad y avisó a Shang, pero como seguía enfadado, no la creyó. De repente se oyeron gritos y supieron que Shang Yiu había entrado en el palacio y hecho prisionero al emperador. Luego, amenazó con matar a quien intentara librarle. A Mulán se le ocurrió otra de sus geniales ideas. Disfrazó a sus amigos de mujeres y entraron en el palacio, dejaron fuera de combate a los hunos, rescataron al emperador y le bajaron por una cuerda. Sólo quedaba Shan Yiu, y Mulán se enfrentó a él. Pero el jefe huno era demasiado fuerte y feroz. ¿Cómo podía vencerle?
¡Con la ayuda de un dragón y un insecto! Mientras luchaban en los tejados, Mushu llegó volando con un cohete a la espalda al que Grillo encendió la mecha.
Fueron derechos hacia al huno y le lanzó a la torre de fuegos artificiales. Hubo una terrible explosión.
Así acabó la amenaza sobre China. El emperador entregó a Mulán una medalla y la espada de Shan Yiu.




 Y ofreció a la joven el cargo de consejera. Pero Mulán no aceptó, porque nada deseaba tanto como reunirse con su familia. Montó sobre Khan y partió al galope. Mulán abrazaba a su padre, después de besar a su madre y a su abuela, cuando alguien apareció. ¿Quién?: Shang. Él sentía algo especial por Mulán, y, además, el emperador le había dicho:
-Si yo fuera tú, no perdería una mujer como ella. ¡Hay muy pocas!




Poco después, en el templo familiar, Mushu hizo sonar el gong.
-¡Vamos a celebrarlo!-gritó.
Había conseguido el puesto de guardián.


















jueves, 17 de mayo de 2012

La Sirenita






LA SIRENITA

Ariel, la sirenita, es hija de Tritón, el rey del océano. Tiene dieciséis años y una voz maravillosa. A Ariel le encanta explorar los restos de viejos barcos hundidos; para ella son tan misteriosos y fascinantes como el mundo humano del que proceden. Pero a Tritón esta afición de su hija pequeña le enfurece porque piensa que puede ser peligrosa.
En este momento, precisamente, Ariel está recibiendo una fuerte reprimenda de su papá por haber husmeado en un antiguo galeón.



Pero la curiosidad es más fuerte que Ariel. Un día, la sirenita sube hasta la superficie del mar y, por primera vez, ve un barco con tripulantes. Entre los navegantes se encuentra Eric, un apuesto príncipe del que Ariel se enamora al instante.
Pero he aquí que estalla una fuerte tormenta. El mar se convierte en un infierno de olas gigantescas que, en pocos minutos, hacen naufragar el barco. Ariel contempla desesperada cómo Eric cae al agua sin sentido.
Pero la sirenita es muy valiente y, a pesar de los peligros de la tempestad, se sumerge para rescatar al príncipe y consigue salvarlo, dejando su cuerpo desvanecido sobre la arena de la playa.




Allí se encuentra con su amiga, la loca gaviota Scuttle, que, a base de saltar sobre el estómago del príncipe, consigue reanimarlo. Ariel está tan contenta que se pone a cantar una hermosa canción. Esa voz es el único recuerdo que le quedará a Eric sobre la pesadilla que siguió al naufragio, pues en cuanto él se recupera, Ariel escapa, sumergiéndose en las aguas del mar.
Ha pasado ya cierto tiempo desde el primer encuentro de Eric y Ariel, pero la sirenita ya siente que está locamente enamorada del principe. La pobrecita sufre mucho, pues sabe que a una sirena no le está permitido amar a un humano.
Úrsula, la perversa Bruja del Mar, aprovecha la melancolía de Ariel para proponerle una malvada solución: si firma un contrato, la bruja le dará el aspecto de una bella jovencita, pero, ¡ay!, a cambio de su preciosa voz.






Ariel duda, mas, finalmente, estampa su firma en aquel terrible papel, a pesar de las advertencias de sus amigos, Sebastian, el cangrejo colorado, y Flounder, el pececito amarillo.
Ariel ya tiene piernas, pero se ha quedado sin voz y no puede hablar con sus amigos...
Tiene que encontrar a Eric cuanto antes, pues Úrsula sólo le ha concedido tres días de plazo para enamorarlo; si al final del tercer día el príncipe no le ha dado un beso de amor, Ariel perderá su voz para siempre...¡ y morirá!
Ariel ha encontrado al príncipe, y éste parece encantado de tenerla como invitada en palacio. Se siente misteriosamente atraído por la belleza de la joven, pero sabe que no puede ser la dueña de aquella preciosa voz, quien, una vez, le salvó de morir ahogado.
El príncipe ha invitado a su desconocida amiga a dar un paseo en coche de caballos.¡Qué feliz se siente Ariel al comprobar que el corazón de Eric late tan deprisa como el suyo!
A pesar de que Ariel no puede articular palabra alguna, el príncipe se encuentra muy a gusto en su
compañía. Al segundo día de conocerla ya la lleva a dar un romántico paseo en barca. Los dos jóvenes se miran tiernamente a los ojos; el paisaje que les rodea hace mayor la intensidad del momento; Eric se inclina para besar a Ariel, cuando, de repente... dos malvadas criaturas hacen volcar la barca de los enamorados. Sí, han sido las dos morenas, ayudantes de la bruja Úrsula, que, a toda costa, quiere impedir que su maleficio se rompa.





El plan de Úrsula no puede ser más perverso: ya tiene la voz de Ariel en su poder, atrapada en una caracola; ahora sólo ha de convertirse en una atractiva mujer para conquistar el corazón de Eric y, así, impedir que el príncipe bese a la sirenita.




La falsa joven no sólo ha conseguido hechizar a Eric, sino que, pronto, va a casarse con él. Imaginad, pues, el desconsuelo de Ariel, que se ve rechazada y destinada sin remedio a morir muda.
Pero el día de la boda, cuando Eric está a punto de decir "sí, quiero", todos los pájaros de la región, amigos de Ariel, interrumpen la ceremonia para evitar que el matrimonio se celebre. Los pájaros descubren la verdadera identidad de la novia, pero, ¡ay!, ya se ha cumplido el plazo de tres días, y Ariel vuelve a convertirse en sirena.
Tritón es alertado por los peces del mar de que su hija pequeña va a morir a manos de Úrsula y, sin perder un segundo, se presenta en la gruta de la bruja para proponerle un cambio: si perdona a Ariel, él le entregará su corona y su tridente para que la bruja se convierta en la reina del océano.
Pero, en ese preciso momento, aparece el principe Eric, dispuesto a salvar a su amada de los tentáculos de Úrsula, desbaratando asi todos sus planes.¡Qué furiosa está la bruja!¡Cuidado, que intenta vengarse! Pero Eric, con gran valentia, consigue acabar con ella, en medio de una feroz tormenta.
Como bien habéis adivinado, queridos amigos, esta historia tiene final feliz:Úrsula desapareció para siempre en el fondo del oceano, Tritón recuperó su corona y su reino...y, ¡por supuesto!, Ariel y Eric se casaron, fueron muy felices y comieron muchas gaviotas..., perdón, quiero decir...¡perdices!









lunes, 14 de mayo de 2012

La Bella Durmiente.

En el palacio del rey Esteban, nació una día una princesa a la que llamaron Aurora.¡Qué alegría en el reino! Todos fueron invitados a su bautizo: los reyes vecinos, los grandes señores, también los mercaderes, los barberos, los villanos, ¡y hasta los humildes labradores! Pero las personalidades más esperadas fueron tres hadas: Flora, Fauna y Primavera. Cada una llevó su regalo. Flora ofreció a Aurora la belleza, Fauna una hermosa voz para cantar, y Primavera...¡Iba a levantar su varita, cuando una bruja surgió de los infiernos!





-¡Me llamo Maléfica!-gritó ella-.¡Ya que nadie me ha invitado, he decidido vengarme!¡Aurora, el día que cumplas dieciséis años, te pincharás con el huso de una rueca y morirás!
En cuanto hubo desaparecido, Primavera suspiró:
-Por todo regalo, pobre princesa, recibe de mí esta promesa: en vez de morir, dormirás...¡Pero, de ese sueño, sólo un beso de amor te despertará!
Para mayor seguridad, sin embargo, las tres hadas buenas decidieron alejar a la princesa del palacio.
-La volveremos a traer cuando haya cumplido los dieciséis años-prometieron a sus padres-. Mientras vivirá en los bosques, sin saber que es hija de un rey. Nosotras seremos sus tías.¡Y hop!, ¡en tres golpes de varita, las tres hadas se transformaron en campesinas!
En la casa del bosque, Aurora crecía feliz. Ignoraba que venía de un palacio y sólo sabía que sus tías la amaban. Cada año era más bella. Con el tiempo, se convirtió en una hermosísima muchacha.
Un día, fue a pasear por el bosque. Mientras cogía moras, preguntaba:






-Dime, amiga ardilla, ¿cuándo me enamoraré? Y tú, jilguero, dime, ¿cuándo amaré?
-¡Desde hoy, si quieres!-contestó una voz detrás de ella.
Aurora se volvió y descubrió, maravillada, al joven más encantador que ella podía soñar.
-Lo siento-dijo ella aturdida-, tengo que irme...¡Hasta mañana, aquí mismo!
Desgraciadamente, al día siguiente cumplía dieciséis años. Sus tías le dijeron la verdad:
-Somos tres hadas y tú una princesa. La reina y el rey, tus padres, te esperan con impaciencia. Y se pusieron en camino. Aurora, mientras apretaba el paso, pensaba en la cita a la que no acudiría.
En el palacio, para celebrar su vuelta, el rey Esteban, su padre, y su amigo, el rey Hugo, levantaban sus copas y brindaban.
¡Pero cuando llegó Aurora, la terrible Maléfica la esperaba!
-¿Qué es este objeto?-preguntó ingenua, señalando el huso.
-Una rueca, bella princesa-contestó la malvada bruja-tócala sin miedo.





Aurora se pinchó en la mano y cayó al instante, sumida en un profundo sueño.
Entretanto, en los bosques, su enamorado se impacientaba:
-¿Por qué no viene?
A su pregunta, ocho monstruos contestaron abalanzándose sobre él.¡En un santiamén fue amordazado, atado, raptado!
¿Donde le llevaron?¡A un oscuro calabozo a las puertas del Infierno! Se creía perdido, cuando, de repente...
-¡Cucú! Somos las hadas y venimos a liberarte.¡Fue Maléfica la que te hizo prisionero!¡Y con un golpe de varita, apareció una espada; con otro golpe, un escudo!
En seguida estuvo libre, montando su brioso corcel. Pero, ¡ay!, apenas habia avanzado unos metros, cuando se irguió frente a él.
-¡Piensa en tu amada!-le animaron las tres hadas.
Entonces, el amor llenó tanto su corazón, que ahuyentó el miedo y a fuerza de valor salió ¡vencedor!
-¡Y ahora, síguenos!-dijeron las hadas muy alegres-¡pues ignoras quién es tu amada!
-¡La hija del rey Esteban!-exclamó él al ver el palacio.Y corrió a su lecho.



Entonces, como había pronosticado Primavera, en cuanto él la besó, Aurora se incorporó en su cama.
-¿Cuál es tu nombre?-preguntó ella al reconocerle.
-Soy el príncipe Felipe, el hijo del rey Hugo. Tres días después, los felices enamorados se casaron.





















jueves, 10 de mayo de 2012

La Cenicienta


Cenicienta había perdido a su madre. Pero vivía feliz con  sus amigos, los animales domésticos. Desgraciadamente, su padre se casó con una viuda que ya tenía dos hijas, y murió. Entonces, Cenicienta se convirtió en la criada de la familia. Y cuando el rey invitó a las muchachas casaderas al gran baile del palacio.¡Sólo tenia por su vestido su delantal blanco, y por joyas... su escoba!
-¡Nosotras seremos las más guapas!-aseguraban las hermanastras-.¡Será a nosotras a quien el Príncipe dé su corazón!
Pero los ratones y los pajarillos decidieron que la elegida sería Cenicienta.¡A toda prisa, con sus patas, con sus picos, le hicieron en secreto un precioso vestido!
Sin embargo, locas de la rabia al verla tan guapa, las dos terribles hermanastras, a zarpazos, a dentelladas, hicieron jirones el bonito vestido.
Entonces Cenicienta se derrumbó y lloró tanto que el hada madrina, compadecida, acudió en seguida.
Una calabaza madura, una fórmula mágica, un golpe de varita... y he aquí que apareció la más suntuosa de las carrozas y el más hermoso tiro.
-¡Oh!¡Gracias, querida madrina!-exclamó Cenicienta-.¡Y mi vestido es precioso!




-Guarda tus cumplidos-dijo el hada amablemente-, y no olvides esto: debes estar de vuelta antes de que den las doce..., porque al sonar la última campanada, la carroza encantada volverá a ser una calabaza.



En el baile real, el Principe sólo miró a Cenicienta. Fue con ella con quien bailó delante de todo el mundo...¡y no con las dos furiosas hermanastras!
-¿Qué hora es?-preguntó Cenicienta repentinamente.
-¡Las doce menos cinco; tenemos toda la noche por delante!



Pero Cenicienta, acordándose de las palabras del hada, sólo tuvo el tiempo justo para escapar. Pronto, la bonita carroza volvió a ser una calabaza...¡y el precioso vestido un harapo de criada!
-¡Te queda un zapato!-exclamaron sus amigos-.¡Un zapato de cristal!
El Príncipe encontró el otro zapato de cristal en su palacio. Inmediatamente ordenó:
-¡Que se lo prueben todas las muchachas casaderas del reino!
Pero las dos hermanastras tenían unos pies demasiados grandes:¡el zapato reventó y se rompió!


Pero el compañero estaba intacto, y cuando Cenicienta se lo puso, todo el mundo exclamó:
-¡No hay duda, es suyo! Así fue como el Príncipe reconoció a Cenicienta.


¡Y fue asi como se casó con ella! Mirad al viejo rey qué feliz parece: en menos de un año, será abuelo.¡Se frota las manos y se rie bajo sus bigotes!¿Pero quién aplaude más en esta feliz boda?¿Las dos hermanastras?...¡Claro que no!Son los...RATONES.










miércoles, 9 de mayo de 2012

Blancanieves y los siete enanitos


Una joven reina pensaba:
-Me gustaría tener una niña de tez blanca como la nieve, labios rojos como la sangre y cabello negro como el ébano.
Poco después la reina dio a luz una niña a la que puso Blancanieves. Pero la reina murió y la pequeña creció sola, al lado de su padre. Los años pasaron y el rey se casó con una malvada mujer de gran belleza, Ella poseía un espejo mágico al que preguntaba cada día:
-Espejo, espejito mágico, ¿quien es la más bella del reino?
-Vos, señora, sois la más bella,- le respondía el espejo.
A la muerte de su padre, el rey, Blancanieves era mas bella que la reina. Envidiosa de tal belleza, la soberana preguntaba al espejo mágico...
-Majestad, ahora la mas bella es Blancanieves.
-Blancanieves morirá, te lo aseguro, chilló la reina.
La malvada reina mandó llamar a un cazador.
-Llévate a Blancanieves al bosque- le dijo- y mátala. Debes traerme su corazón en este cofre. Si me traicionas- amenazó la reina- morirás tú también.
El cazador, aterrorizado, salió para cumplir las órdenes de la reina.
Una vez en el bosque, el cazador no tuvo valor para asesinar a la pequeña.
-Huye, Blancanieves, huye. La reina quiere que mueras porque envidia tu belleza. No vuelvas al castillo nunca.
Para engañar a la reina, el cazador cazó un animal salvaje, le quitó su corazón y lo metió dentro del cofre.
Blancanieves corrió y corrió hasta perderse en el bosque. Cansada, se sentó al pie de un árbol y empezó a llorar su triste suerte...
Felizmente, los conejitos, las ardillas y los cervatillos se acercaron para consolarla. Luego la llevaron hasta un claro del bosque bañado de sol, donde encontró una acogedora casita. Un poco tímidamente, Blancanieves llamo a la puerta...





Como no obtiene respuesta, decide entrar... Pero, la puerta es tan bajita, que tiene que agachar un poco la cabeza. En el interior, todo es muy pequeño: las sillas, la mesa... ¡y qué desorden! La joven friega los cacharros, barre el suelo... y arregla la casa entera.
Agotada , Blancanieves se acuesta. Poco después, siete enanitos entran en la casa. Vuelven del trabajo...
Los enanitos descubren a Blancanieves, que les cuenta su triste historia, y ellos le proponen que se quede a vivir allí.
Pasado un tiempo, la reina vuelve a interrogar al espejo.
-Blancanieves es todavía la más bella.
-Pero, ¿qué dices? ¿No ha muerto? Pues morirá.
La reina prepara una pócima venenosa.
-Una sola gota en una manzana será suficiente para que Blancanieves caiga en un profundo sueño. Sólo el beso de un príncipe podrá despertarla, pero nadie lo hará porque creerán que ha muerto.
Blancanieves no desconfia de la anciana que le ofrece una deliciosa manzana. Pero, nada más morderla, cae al suelo. Cuando los enanitos la ven, ya es demasiado tarde:la malvada reina ha desaparecido.
Los enanitos se niegan a enterrar a su mejor amiga... Construyen una urna de cristal donde dejan el cuerpo inerte de Blancanieves y lo colocan sobre una alfombra de flores blancas... Como por arte de magia, las flores que le han puesto entre las manos conservan la frescura desde el primer día.
Una mañana, un príncipe pasó por allí y se quedó admirado de la belleza de Blancanieves.
-¿Quién es esta doncella tan hermosa?-preguntó.
-La princesa Blancanieves-contesta lloroso uno.
El príncipe, emocionado, besa a la joven en los labios. Y...¡ Blancanieves despierta!



Al abrir sus ojos y ver al príncipe, se enamoró enseguida de él.
-¡Hurra! ¡Blancanieves está viva!
Los siete enanitos no saben como agradadecérselo. El príncipe parte con Blancanieves hacia su palacio donde al día siguiente se casaron y fueron felices toda su vida.
El autor o mejor dicho los autores son los hemanos Grimm de nuevo cojida de una mujer llamada en alemán Pastora.
En el siguiente enlace que muestro: ¡ PINCHAD! Es la canción de los enanitos no digo mas pistas.

http://www.youtube.com/watch?v=4TE8ODspI64




















lunes, 7 de mayo de 2012

Caperucita Roja


En cierto pueblo, cercano a un tupido bosque, vivía una bellísima niña, tan linda que parecía un angelito. Su madre estaba tan contenta con los encantos de su hija, que casi vivía loca de felicidad. Pero más contenta aún se mostraba su abuelita, que no hallaba la manera de demostrarle cuanto la quería. La tenia abrumada de regalos y fue precisamente su abuelita la que le hizo un hermoso sombrerito en forma de caperuza, de color rojo Desde entonces la llamaron Caperucita Roja.


Cierto dia, al llegar a casa Caperucita Roja, después de haber jugado con sus amiguitas, vio sobre la mesa unos sabrosos pasteles y, creyendo que eran para ella, preguntó a su madre si podía comerlos. La madre le contó que era para su abuelita que estaba enferma y que se los tenia que llevar. Caperucita metió en una cesta todo lo que su mamá le había dicho, le dio un beso y salió rumbo a la casa de la abuelita, que quedaba al otro lado del bosque.
Avanzaba Caperucita Roja cantando de alegría cuando, al atravesar el bosque, se encontró con el señor Lobo, que estaba más hambriento que nunca. La pequeña era un exquisito bocado para sus afilados dientes. Mas, cuando abría ya su fea boca, divisó muy cerca de allí unos leñadores. Se escondió donde pudo y empezó a hablar con la niña con voz fingida. El señor Lobo se interesa por la abuelita y decide acompañarla pero cada uno por un camino diferente para ver quien llega antes.





El señor Lobo partió a todo correr, El muy listo había dejado a Caperucita el camino mas largo  para llegar antes que ella y esperarla. El señor Lobo necesitó poco tiempo para llegar a la casa en que vivía la abuelita de Caperucita Roja. Tocó la puerta y desde dentro la abuelita pregunto quien era y el señor Lobo mintió diciendo que era Caperucita Roja. La anciana creyendo que era su nieta le dio permiso para que entrara. Así lo hizo el malvado y apenas entro echóse sobre la viejecita y se la comió de un bocado.
Poco después llegaba Caperucita Roja y al hallar cerrada la puerta la golpeó suavemente.



-¿Quién llama?-contestó con voz ronca el señor Lobo.
La niña se asusto al escuchar esa voz tan fea, pero se imaginó que su abuelita se encontraba resfriada.
-Soy Caperucita, tu nietecita, que te trae unos pasteles y un tarrito de dulce-dijo la pequeña-.¡Pero qué ronca estás!
El lobo fingió entonces la voz:
-No hagas caso, pequeña; empuja la puerta y entra.
Caperucita entró confiada, a tiempo que el horrible animal escondía la cabeza bajo las frazadas.
-¿Cómo te sientes?-dijo la pequeña, acercándose a la cama.
-Estoy muy resfriada-respondió el señor Lobo, dulcificando la voz-.Cierra bien la puerta, agregó después.
-¿Dónde pongo estas cosas que me dio mamita para ti?
-Ponlas encima de la mesa y ven a acostarte conmigo. Caperucita se acostó. Ya en la cama, exclamó:
-¡Qué grandes tienes los brazos hoy, abuelita!
-Es para poder abrazarte mejor-respondió el señor Lobo.
-Y qué grandes las piernas!
-Es para correr mejor, linda mía.
-Pero abuelita, ¡qué orejas tan grandes tienes!
-Son para oírte mejor, mi pequeña.
Se produjo un breve silencio. Al fin, Caperucita preguntó:
-Pero, abuelita, ¿y esos enormes dientes que tienes?
-¡Son para comerte mejor!
Y el feroz animal se arrojó sobre la niña para devorarla. Pero Caperucita profirió fuertes gritos que llegaron hasta unos leñadores. Éstos, al escuchar a la niña, corrieron presto a la casita y mataron al terrible lobo. Desde ese día la linda Caperucita contaba a sus amiguitos lo que le había sucedido y les aconsejaba con cuanto cuidado deben escoger a sus amistades, pues las malas compañías y los malos amigos suelen dar desagradables sorpresas como la del malvado lobo.

El autor de este cuento fue Charles Perrault que fue el primero que recogió esta historia y la incluyó en un volumen de cuentos (1697). En 1812, los hermanos Grimm, dieron otra vuelta de tuerca a la historia. Retomaron el cuento, y escribieron una nueva versión, que fue la que hizo que Caperucita fuera conocida casi universalmente, y que, aún hoy en día, es la más leída.


Charles Perrault.

Los Hermanos Grimm.